Penes de mujer

mujerEl clítoris es un órgano sexual eréctil del aparato genital femenino dotado de una gran sensibilidad. A lo largo de la historia fue nombrado de distintas formas; Capullo de crisálida, oestrus veneris (ardor de Venus), cauda muliebris (cola de mujer), virga (pene), irritamentum libidis (aguijón sexual), delcedo amoris (delicias de amor), etc.

Su tamaño es variable. Se considera que una longitud de clítoris (nos referimos a la parte visible) mayor de 10 mm o un diámetro del mismo mayor de 7 mm (medido por su base) es reflejo de una clitoromegalia, aunque la medida más fiable es el «índice clitórico».

El índice clitórico se calcula multiplicando la anchura por la longitud del clítoris y se considera que hay una hipertrofia de clítoris o clitoromegalia cuando dicho índice supera los 35 mm².

Clitoromegalia2La aparición de clitoromegalia en cualquier momento de la vida de la mujer refleja una fuerte estimulación androgénica causada habitualmente por un exceso de testosterona.

La testosterona no es una hormona exclusivamente masculina sino que también la fabrican las mujeres en menor cantidad, de hecho el receptor de esta hormona sexual está codificado en ambos sexos por el cromosoma X.

La acción de la testosterona no está limitada a la esfera genital sino que actúa sobre otros órganos no relacionados con la actividad reproductora, como el riñón, hueso, hígado y músculo.

Un tercio de la testosterona femenina es producida directamente por el ovario y el restante se produce por la conversión de otra hormona llamada androstendiona (producida por ovarios y glándulas suprarrenales) en testosterona. Esta conversión tiene lugar en tejidos periféricos como piel y grasa.

Una vez en sangre la testosterona se convierte en otro andrógeno más potente que ella, la dihidrotestosterona (estanolona) que actúa directamente en los órganos diana amplificando la acción de su predecesora, la testosterona.

Dentro del útero materno el bebé puede desarrollar una hipertrofia del clítoris por una excesiva secreción de andrógenos por las glándulas suprarrenales del feto femenino o por difusión de los mismos desde la sangre de la madre. Esto último se puede dar en caso de tumores maternos productores de andrógenos o por ingesta de los mismos en forma de preparados farmacéuticos. Es destacable la defensa que ofrece la placenta a esta virilización ya que es capaz de aromatizar los andrógenos naturales en estrógenos (hormonas sexuales femeninas), amortiguando de esta forma su efecto masculinizante. Esta protección se derrumba ante los andrógenos sintéticos, ya que la placenta es incapaz de aromatizarlos, por eso es más habitual la clitoromegalia en hijos de madres tratadas con fármacos androgénicos.

ClitoromegaliaSi ocurre en una etapa de la vida más tardía, es decir postnatal, la clitoromegalia tiene su origen en la ingesta de fármacos como Danazol, testosterona y anabolizantes o es reflejo de la presencia de neoplasias suprarrenales y ováricas. La hipertrofia de clítoris en estos casos no es el único síntoma de virilización sino que también va acompañado de disminución del tamaño de las mamas, acné, caída de pelo y aumento de masa muscular.

Cirugia_clEl tratamiento de la clitoromegalia suele basarse en abordar la causa base y en cirugía plástica. Históricamente, la clitoridectomia (extirpación total del clítoris) fue el método para tratar la hipertrofia del clítoris sobre todo en niñas. Hoy en día, gracias a las modernas técnicas quirúrgicas esta ablación terapéutica del clítoris ha sido sustituida por la plastia clitoridiana que reduce y reconstruye el órgano, preservando su inervación y su irrigación sanguínea.

Mª Jesús

Pd.- Contribución al #lunesPollas.

Va de tetas… Ginecomastia

Te encanta mirar los pechos prominentes y turgentes de la mujer de tus sueños. Te los imaginas derritiéndose en sudor en tus manos mientras los acaricias. Sólo tienes ojos para su suave bamboleo que para ti es una tempestad contenida en dos copas de un sujetador que sueñas con romper para beber directamente en ese canalillo de placer.

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No quiero romperte todas esas ilusiones y fantasías pero solo quiero decirte que si perteneces al género de la flecha , tienes un número nada despreciable de probabilidades de tener tú también unas mamas prominentes en algún momento de tu vida.

Ya al nacer, tus probabilidades de que te presentes en sociedad con unas pequeñas prominencias en el área pectoral son de un 60%; si en cambio eres un adolescente de más o menos 14 años tus posibilidades son de un 65 % y si estás entrando en la senescencia un 57 %.

Estos porcentajes se incrementan si tomas anabolizantes esteroideos.

Este aumento de los pechos se llama ginecomastia (pecho de mujer, aunque vulgarmente le llaman tetas de perra) y se puede dar en condiciones fisiológicas, patológicas o con la toma de medicamentos o sustancias con actividad estrogénica.

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La ginecomastia neonatal se debe al efecto de los estrógenos maternos (hormonas feminizantes que atraviesan la placenta). El proceso remite en semanas o incluso en meses sin secuelas.

La ginecomastia puberal es la más habitual y se debe al proceso de maduración sexual en sí.

Desaparece en la mayoría de los casos tras un año de evolución aunque en un 8 % de los afectados persiste en el tiempo. Estas ginecomastias se desarrollan por un desequilibrio funcional en las concentraciones de hormonas sexuales masculinas y femeninas y se agravan en caso de obesidad. Las fuentes de andrógenos (hormonas sexuales masculinas) son la corteza de la glándula suprarrenal y los testículos.

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Las células de la grasa, piel, mama, hueso, testículos, cerebro e incluso células tumorales expresan la enzima aromatasa que transforma los andrógenos en estrógenos estimulando el crecimiento mamario. Un exceso de grasa por lo tanto, facilita la tasa de conversión de estas hormonas aumentado las probabilidades de ginecomastia.

La ginecomastia senil se produce por disminución de la testosterona (hormona sexual masculina) y aumento de los estrógenos agravado por una mayor incidencia de obesidad a esta edad.

Además de las causas fisiológicas existen múltiples causas patológicas que pueden producir una ginecomastia como trastornos genéticos, tumores, hermafroditismo, realimentación en desnutridos, patología tiroidea, alteraciones testiculares, fármacos e incluso estrés psicológico entre muchos otros.

Ningún varón está libre de padecer un crecimiento mamario en alguna época de su vida, sobre todo teniendo en cuenta que algunos productos cosméticos de uso diario como cremas, champús, lociones, tratamientos capilares etc., pueden contener estrógenos o sustancias con actividad estrogénica que suponen una amenaza oculta para los planos y varoniles pectorales.

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Sin ir más lejos se dieron casos de ginecomastia con el uso frecuente de productos herbales por vía tópica como el aceite del árbol del té y de lavanda y con cremas que contenían estrógenos en niños.

La mayoría de las ginecomastias tienen una resolución espontánea, es decir, revierten sin tratamiento. Son subsidiarias del mismo cuando son de larga duración, mayores de 4 cm y dolorosas. El tratamiento suele ser médico o quirúrgico.

Mª Jesús

Pd.- Esta entrada participa en el desafío que Francis Villatoro y Arturo Quirantes lanzaron a la blogosfera como #lunesTetas.

Tóxicos reinsertados (IV): El rey de los gases

Soy el «agente mostaza”.

Desarrollo mi labor siempre bajo el más estricto secreto, de hecho, “agente mostaza” es uno de mis múltiples nombres. Me llaman también “mostaza azufrada”, “gas mostaza”, “senfgas” “agente vesicante” “lost” e “iperita”, siendo mis denominaciones militares H, HD y HT.

Voy siempre camuflado bajo olores variados (ajo, cebolla, mostaza, etc.) y mi fórmula química parece un mensaje encriptado: ClCH2CH2SCH2CH2Cl.

La mayoría de la personas me consideran un gas, pero para su sorpresa soy un líquido incoloro e inodoro.

Hasta que hice mi primera intervención en los campos de batalla en la 1ª Guerra Mundial no fueron conscientes del daño que podía ocasionar un agente como yo. Los primeros ataques con armas químicas en esta guerra, fueron con gases lacrimógenos y estornudógenos pasando más tarde al cloro gaseoso.

Las nubes verdes que formaba este gas cloro eran espeluznantes, pero no eran tan letales como las pintaban, se necesitaban altas concentraciones de cloro (1000 partes por millón) para que hiciera daño y destruyera los pulmones. Desde mi punto de vista, era una chapuza de agente químico de guerra ya que si te cubrías la boca con un paño húmedo siempre minimizabas sus efectos, aunque había listillos que decían que era mejor la orina que el agua. Se dieron cuenta más tarde los pobres incautos que el cloro y el amonio de la orina producen gases tóxicos peligrosos.

Gas_mostazaSupieron de verdad lo que era un agente químico de guerra cuando entré en acción en la batalla de Ypres (Bélgica) donde me lanzaron en el interior de los proyectiles “cruz amarilla”. Dejé a los soldados atrozmente marcados ya que los que no conseguí matar, los dejaba ciegos (temporal o permanentemente) y con problemas respiratorios de por vida. Se les podía ver atravesando los campos en procesión, sin vista, agarrándose a los hombros del compañero que iba delante. No dejé a nadie indemne, incluso pájaros, ratas y el mismo Hitler (era cabo en aquel momento) cayeron doblegados ante mi poder, de ahí que me llamaran “el rey de los gases”.

Me reía para mis adentros con las medidas que diseñaban las tropas para protegerse de mis efectos. Creían que correr hacia mí en lugar de escapar en dirección opuesta o quemar carbón les ayudaría a burlar mi contacto. Llegaron incluso a proponer el montaje de 100.000 ventiladores para dispersarme o equipar a los centinelas con cascos de escafandra y bombearles aire por un tubo desde una distancia de 30 metros.

¿Cómo no iba a burlar esas toscas medidas de defensa, si incluso las máscaras antigás se volvían inservibles ante mi ataque? ¡Soy lipofílico y penetro a través de la piel de ahí que me haya cebado a gusto con los soldados escoceses vestidos con kilts con su piernas al aire!

Mataba o incapacitaba a todo aquel que se cruzaba en mi camino con una crueldad indescriptible. Provocaba tantas bajas que llevaba a los servicios médicos al borde del colapso (hacían falta semanas o meses para que los heridos se recuperasen completamente, sino morían antes por una sobreinfección bacteriana).

La piel ante mi contacto se pone muy roja y grandes ampollas amarillas invaden las áreas afectadas formando cadenas de vesículas como collares de perlas, de ahí viene uno de mis nombres de “agente vesicante”. Los ojos lagrimean y se hinchan con gran dolor, provocando ceguera por daño corneal, el aire entra con dificultad en los pulmones que luchan contra el último estertor de vida, mientras vomitan y hierven de fiebre.

Las lesiones no son inmediatas sino que aparecen en un intervalo entre 2 y 48 horas en función de mi concentración o del tiempo de exposición.

Mi potencial destructivo es tal, que puedo llegar a dejar los huesos sin médula a dosis altas, igual que si fuera un agente radiactivo, por eso dicen de mi que soy un “agente radiomimético” porque simulo los efectos de la radiación.

No existen antídotos contra mi. Lo único que queda es que el organismo resista y vaya regenerando los tejidos afectados lentamente.

EnfermoEn 1925, las naciones que firmaron el protocolo de Ginebra, prohibieron mi intervención pero no mi desaparición. Era muy valioso y contar conmigo era un “as” en la manga, de hecho en la 2ª Guerra Mundial todos los países beligerantes me tenían en sus reservas armamentísticas por lo que pudiera pasar, incluso retocaron mi molécula para ser si cabe más agresivo. Sustituyeron el azufre por un grupo amino terciario, pasando a llamarme “Mostaza nitrogenada” o HN-1, HN-2 y HN-3 en mis denominaciones militares.

MoztazaCon mi versión mejorada, infundía pánico allí donde me encontraba, así es que mi presencia cerca del frente se volvió una estrategia habitual de defensa, aunque nunca llegaron a utilizarme en la 2ª Guerra Mundial. Sabían que con un brusco cambio en la dirección del viento les saldría el tiro por la culata, ya que las tropas que lanzaban la ofensiva podían verse afectadas de lleno por mi nube tóxica.

Estuve la mayor parte del tiempo en la retaguardia, esperando una intervención que nunca llegaba, así es que no desperdicié la oportunidad de demostrar mi poderío en la 2ª Guerra Mundial cuando el 2 de diciembre de 1943, el navío S.S. John E. Harvey de los aliados, cargado con 2000 bombas en las que yo iba en su interior, fue bombardeado cuando se encontraba atracado en el puerto de Bari (Italia) por la fuerza aérea alemana.

Como se pueden imaginar, me cebé de lo lindo con todos los soldados y con el personal de rescate. Hubo más de un millar de bajas y 800 personas tuvieron que ser hospitalizadas.

ss_harveyNo le dieron publicidad al incidente y quisieron mantenerlo en secreto, pero a partir de ahí los científicos empezaron a plantearse mi reinserción. Mi efecto sobre la médula ósea los dejó impresionados. Había destruido la mayoría de los leucocitos sanguíneos así como sus precursores.

Una vez que me absorbo a través de la piel, ataco primordialmente a las células de división rápida como los queratocitos de la piel, el epitelio corneal, bronquial y digestivo así como los hemoblastos de la médula ósea y ¡las células neoplásicas!

Mi objetivo es el código genético, ataco el DNA celular en una lucha cuerpo a cuerpo. Le hago llaves de judo formando enlaces cruzados dentro de las cadenas de DNA o entre las cadenas o entre estas y las proteínas, de ahí mi denominación de “agente alquilante”.

Rompo cromosomas, produzco mutaciones celulares que pueden dar lugar a cancerización e inhibo la división celular.

¡Una poderosa arma de destrucción celular!

Así es aunque les cueste creerlo, pasé de los escenarios bélicos a los hospitales.

Entré a formar parte de misiones médicas donde las células tumorales con una rápida y descontrolada división celular eran mi objetivo.

Conmigo nació la quimioterapia contra el cáncer y tengo el honor de ser el primer “agente citostático” en el tratamiento de tumores malignos y nada más y nada menos que el más utilizado.

En mi lucha antitumoral estoy en primera línea de fuego contra: Linfomas Hodgkin y no Hodgkin, leucemias linfoides, mieloma, linfoma de Burkitt, cánceres de pulmón, de mama, testiculares y de ovario e incluso en tumores infantiles como el neurobIastoma y el rabdomiosarcoma.

Ahora se estarán imaginando que soy un agente tóxico totalmente reinsertado, dedicado de lleno en la guerra contra el cáncer, pero no se fíen, son sólo apariencias. Un agente químico tan letal y efectivo como yo, no le dejan enterrar el hacha de guerra aunque quiera. El hecho de que sea un arma eficaz, difícil de detectar y tecnológicamente sencilla de producir, hacen de mi incluso hoy en día un agente con… licencia para matar.

Licencia

Mª Jesús