Desierto grasoso

En esta primera entrada de “Moléculas para el mundo” acabamos de llegar a una de las extensiones más grandes de nuestro cuerpo, el tejido adiposo. Un enorme desierto blanco-amarillento que nos hace sentir como pequeños Liliputienses dentro de un tarro gigante de crema de manos.

Mantequilla

Hasta hace muy poco se pensaba que todo este territorio era simplemente un gran almacén de energía, pero en los últimos tiempos tras numerosas investigaciones, este paradigma cambió completamente.

Vamos a conversar de todo esto y de mucho más con nuestra invitada de hoy, “Lipoproteín lipasa” a la que llamaremos cariñosamente Lp.

Presentadora: Lp, háblanos un poco de este lugar que se nos presenta a primera vista amenazante por su inmensidad.

Lp: Este territorio abarca una extensión muy grande. Se encuentra distribuido uniformemente debajo de la piel, en la médula ósea y alrededor de los órganos internos. Es una zona con unas vistas espectaculares ya que puede aumentar o disminuir de forma drástica su tamaño, dándonos la sensación de estar sobre un suelo móvil. Esta variabilidad se hace más significativa entre individuos. Una persona entrenada puede contar en su cuerpo con un territorio graso de tan solo el 10% de su peso, en contraste con una obesa donde este porcentaje puede alcanzar nada más y nada menos que el 70% de su peso corporal.

Presentadora: Se dice de este lugar que es la mayor reserva energética del cuerpo humano. ¿Todo lo que vemos es grasa o existe algún componente más?

Lp: La grasa constituye el 80% del territorio, el resto es un 18% de agua y un 2% de proteínas. Toda esta cantidad de grasa no está amontonada de cualquier forma sino que se encuentra bien organizada y almacenada en los “adipocitos” o células grasas. Estas células especializadas tienen mucha elasticidad, lo que les permite aumentar su capacidad a demanda. Su diámetro se puede incrementar hasta 20 veces su tamaño, llegando a alcanzar las 100 μ, lo que le permite acumular aproximadamente 1,2 microgramos de triglicéridos.

Adipocitos

Presentadora: ¿Cuándo se formó todo este vasto territorio, aunque me imagino que debió ser en el momento en que la ingesta de calorías superó el gasto energético?

Lp: Mucho antes, ya nacemos con 5 billones de adipocitos. El desarrollo del tejido graso empieza a partir de la 14-15ª semana de gestación y alcanza su culmen sobre la semana 23 con la formación completa del tejido celular subcutáneo. Tras el nacimiento continúa expandiéndose al ritmo del crecimiento del niño.

Presentadora: ¿Es realmente necesario contar con este inmenso páramo de grasa dentro de nuestro cuerpo?

Lp: La vida humana tal como la conocemos hoy en día sería inviable si no contáramos con este territorio. Estas reservas de grasa son nuestro seguro de vida, ya que nos aportan suministro energético continuo en los momentos en que no recibimos aportes del exterior. Esto es fundamental en casos extremos, ya que podemos mantenernos con vida hasta 1 mes o más (dependiendo de la carga de los depósitos), sin ingerir nada de comida.

Presentadora: Entonces, ¿por qué es tan odiado el tejido graso?

Lp: El organismo a lo largo de su evolución tuvo que enfrentarse a grandes períodos de ayuno y de actividad física en muchos casos extrema que le llevó a favorecer genéticamente a aquellos individuos que tenían la capacidad de ahorrar la mayor cantidad de energía posible. Esta ventaja evolutiva útil para los cazadores-recolectores choca con nuestro estilo de vida actual, básicamente sedentario y con patrones alimentarios de un alto contenido energético.

Presentadora: Sin embargo, en los últimos años esta zona ha sido noticia porque se han descubierto en ella, muchas sustancias químicas de gran importancia para el organismo. Cuéntanos algo al respecto.

Lp: Si, es verdad. Siempre se consideró este territorio yermo, estéril e invasivo, pero no es así. Aquí se fabrican hormonas con un papel muy importante en la regulación del apetito como la leptina, sustancias relacionadas con el sistema inmune y moléculas reguladoras de la función vascular. Aunque parezca increíble, el flujo sanguíneo de esta zona es mayor que el que presenta el músculo en reposo.

Presentadora: ¿Cómo es tu día a día en este páramo blanco?

Lp: Sinceramente muy duro. Mi grado de actividad diaria es muy intenso. Mis compañeras y yo esperamos el cargamento de grasa, asentadas en la pared de los pequeños torrentes sanguíneos (capilares) que atraviesan todo el territorio. Los ácidos grasos componentes de la grasa llegan en transportes especiales. Unos vienen escoltados por la albúmina (una proteína sanguínea) y otros los más numerosos vienen en cargamentos de quilomicrones desde el intestino. Nosotras tenemos que descargar los ácidos grasos, organizarlos, agruparlos y repartirlos uniformemente por toda esta zona.

Presentadora: ¿Cuál es el momento de máxima actividad en tu día a día?

Lp: Depende sobre todo donde me pille hacer la ronda. Puede tocarme el turno en el tejido mamario, en el sistema nervioso central, en el corazón o en los músculos, ya que soy la responsable de abastecer de ácidos grasos a los tejidos corporales. Si estoy en el tejido adiposo, el trabajo más duro es indiscutiblemente tras las comidas, sin embargo si estoy en el músculo, el ritmo es mayor en momentos de abstinencia o ayuno y después de realizar ejercicio, siempre bajo la coordinación de la insulina.

Presentadora: Por lo que acabas de decir si un organismo, presenta una mutación en el gen que te codifica, no existiría todo este depósito graso.

Lp: Me imagino que no estarás pensando en cargarte a toda mi familia, ja, ja, ja,… Nuestro gen se localiza en el brazo corto del cromosoma 8 (8p22), si se produce una mutación en él, aumentan mucho los triglicéridos hasta valores de 800 mg/dL (lo normal es hasta 150 mg/dL) dando lugar a patologías como pancreatitis, hepatoesplenomegalia y mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Sinceramente no creo que sea muy recomendable prescindir de mi presencia.

Presentadora: Conforme nos vamos adentrando más, vemos que hay parajes mucho más oscuros, de un tono tierra. ¿Qué hay allí?

Lp: Es el tejido adiposo marrón. Lo llamamos familiarmente la «Grasa Parda” porque allí los triglicéridos se queman para mantener la temperatura corporal dentro de un intervalo constante. Los adipocitos en este territorio son marrones por la gran cantidad de mitocondrias que contienen. Se les puede ver en acción cuando el organismo se expone al frío, siendo espectacular en neonatos donde la producción de calor puede incrementarse hasta un 100%, si la temperatura ambiente es muy baja.

Grasa_parda

Presentadora: Está visto que tu función es vital para el organismo pero me imagino que si crecen mucho los niveles de grasa, el organismo se resiente igualmente, ¿o no?

Lp: Todos los días en el tejido adiposo nos hacemos cargo de la glucosa y ácidos grasos que nos llegan, para almacenarse en forma de grasa bajo la atenta coordinación de la insulina. Esta hormona es como un ama de llaves que trabaja diligentemente manteniendo todo limpio y en perfecto estado. El problema surge cuando los niveles de grasa aumentan peligrosamente y la insulina no es capaz de mantener el orden. Sus directrices se desoyen, dando lugar a un verdadero caos. Se empiezan a ocupar territorios vecinos como hígado, páncreas, corazón, etc., interfiriendo con su función normal. Todo lo que tienes delante ahora mismo, se convierte en una auténtica “bestia metabólica” productora de patologías.

Presentadora: Bueno Lipoproteín lipasa muchas gracias por atendernos. Te dejamos trabajando porque ya se acerca la hora de la comida y pronto todo esto empezará a hervir de actividad.

Fue un placer estar contigo en este programa de “Moléculas para el mundo”.

Nos vemos en el próximo post con las “células comedoras de hueso”.

Mª Jesús

Moléculas para el mundo

Hoy doy comienzo una nueva sección en el blog: “Moléculas para el mundo” que consistirá en un viaje por el torrente sanguíneo haciendo escala en todos los órganos de nuestra anatomía, donde conocerán de primera mano la vida diaria de nuestras moléculas corporales, su entorno, su trabajo, sus gustos, sus deseos y como no sus sinsabores.

mol