Fármacos y obesidad

¿Puede la obesidad en algunos casos concretos ser una reacción adversa a un medicamento?

PastillasLa obesidad es un desequilibrio entre el aporte energético y el gasto calórico a favor del primero. Los factores implicados en el control de la ingesta y de la saciedad son múltiples y a su vez complejos.

Existen un buen número de fármacos que, de forma directa o como efecto secundario, influyen en la regulación del apetito. Esto puede llegar a ser ventajoso en personas que presenten alguna patología y que necesiten aumentar peso, como es el caso de enfermos con Sida o cáncer, pero contraproducente en individuos con un sobrepeso considerable y más aún, si este va asociado a patologías coadyuvantes.

Los mecanismos por lo que algunos fármacos nos hacen subir de peso son variados y la mayoría desconocidos. Veamos los más frecuentes por grupos, dejando claro que no todos los medicamentos de dicho grupo producen incremento ponderal:

Antipsicóticos

Son medicamentos utilizados en psiquiatría en patologías como la esquizofrenia.

Sus efectos sobre el peso se deben a la disminución de la sensación de saciedad por disminución en la transmisión serotoninérgica. Es el caso del aripiprazol, ziprasidona y quetiapina.

Un capítulo aparte entre los fármacos de este grupo lo merece la “olanzapina”. Una molécula muy eficaz en el tratamiento de la esquizofrenia pero que ejerce un efecto directo sobre el tejido adiposo, aumentando el tamaño de los adipocitos, inhibiendo la lipólisis y estimulando la sintetasa de ácidos grasos.

Antidepresivos tricíclicos

Los cambios que producen estas moléculas en el peso pueden derivar de sus efectos anticolinérgicos que dan lugar a estreñimiento y retención urinaria y, por otro lado, a una acción antihistamínica (bloqueo del receptor H1) que incrementa el apetito. Además aumentan el impulso de picar alimentos dulces.

Otro grupo de medicamentos antidepresivos, llamados IMAO (inhibidores de la monoaminooxidasa), aumentan el peso por estimulación del apetito y necesidad constante de dulce.

Antimigrañosos

Dentro de este apartado nos encontramos con el caso particular del “pizotifeno”. Su consumo se acompaña con un aumento del apetito, debido a su acción antiserotoninérgica. El paciente puede engordar hasta 1.5 kg en una semana.

La ventaja, si le queremos llamar así, es que este efecto disminuye con el tiempo de uso del medicamento.

Antiepilépticos

Varios fármacos de este grupo están implicados en el aumento de peso, aunque el “valproato sódico” es el más espectacular. Esta molécula aumenta la insulina, disminuye la leptina, desciende la oxidación de las grasas por déficit de carnitina y aumenta la apetencia de alimentos dulces.

Glucocorticoides

Son fármacos con un gran potencial antiinflamatorio. Sus efectos sobre el peso se hacen evidentes a partir de la 2ª semana dependiendo de la dosis. La causa de este incremento ponderal radica en la retención de sodio y agua que producen, en el incremento del apetito y en la estimulación de la secreción de insulina.

Los corticoides tienen la capacidad de redistribuir la grasa corporal, focalizándola en la zona abdominal.

Antidiabéticos

Algunos de estos medicamentos pueden producir una elevación de peso que puede llegar incluso hasta los 5 kilos. Es el caso de las Sulfonilureas (glipizida, glimepirida y glyburida).

Otros antidiabéticos como la pioglitazona producen retención de líquidos.

Hormonas sexuales

Los estrógenos y la progesterona son hormonas sexuales femeninas segregadas por el cuerpo de la mujer de forma cíclica.

Los estrógenos producen retención hidrosalina además de presentar una acción anabólica. La progesterona presente en la segunda mitad del ciclo menstrual y en el embarazo, aumenta el apetito.

En Medicina se utilizan estas mismas hormonas naturales o sus derivados sintéticos

en terapia sustitutiva, en insuficiencias endocrinas o en la menopausia. Las hormonas sexuales también están indicadas para el tratamiento de algunos tipos de cáncer de endometrio, de mama o de próstata.

Los anticonceptivos son el grupo más representativo de estos medicamentos y su evolución química a lo largo del tiempo presenta una considerable mejoría en lo que a efectos secundarios se refiere.

Los anticonceptivos de primera generación, utilizaban dosis altas de estrógenos y gestágenos que se fueron rebajando hasta llegar a los actuales, disminuyendo de esta forma, sus efectos ponderales indeseables.

Los andrógenos, hormonas sexuales masculinas, producen elevación de peso por aumento de masa muscular y ósea, con disminución de grasa subcutánea.

Después de esta travesía por los grupos de medicamentos que pueden alterar al alza el peso corporal vamos a hacer un apartado especial con dos fármacos que alteran el tiroides con el subsecuente efecto sobre el peso del individuo:

Litio

Utilizado en el tratamiento del trastorno bipolar. Inhibe la liberación de hormona tiroidea y la captación del yodo por la glándula tiroidea, lo cual puede dar lugar a hipotiroidismo y bocio. Además produce aumento del apetito y avidez de dulce por mecanismos desconocidos.

Paradójicamente el aumento de peso es un índice de que el paciente está mejorando.

Amiodarona

Es un antiarrítmico con una gran cantidad de yodo. La dosis estándar de 200 mg de amiodarona libera 75 mg de yodo, cantidad excesiva teniendo en cuenta que nuestros requerimientos diarios de yodo son de 0,2 a 0,8 mg diarios.

Esta sobrecarga de yodo puede producir tanto hipotiroidismo como hipertiroidismo. Es de destacar que la amiodarona se deposita en grasa, metabolizándose lentamente y prolongándose su efecto hasta varios meses después de suspenderlo.

PlatoEl hecho de que algunos fármacos produzcan como efecto colateral un aumento de peso, no quiere decir que la persona va a engordar si ingiere menos de lo que consume. Un fármaco puede retener líquidos, incrementar la fijación de nitrógeno, aumentar el apetito o disminuir la ansiedad, pero lo que no puede hacer es crear grasa de la nada, para ello necesitamos un excedente de energía.

De todas formas, siempre que sospechemos que el tratamiento que nos pautó el médico nos engorda, debemos hablar con él y proponerle la opción de cambiarlo por otro. Si esto no fuera posible porque el mecanismo de acción del medicamento es el más recomendable para nuestra patología, debemos adaptar nuestro cuerpo a la nueva situación, aumentando el gasto energético y/o disminuyendo la ingesta.

Mª Jesús

Dieta y medicamentos

“Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento” nos lo aconsejaba Hipócrates de Cos, el padre de la medicina en el siglo V antes de nuestra era.
Todos los alimentos que ingerimos no existen en la naturaleza para nuestro consumo y deleite exclusivamente, sino que tienen otras funciones. Nosotros los utilizamos por sus valiosas propiedades nutritivas y gustativas, pero dentro de cada alimento que comemos existen más de 200 sustancias diferentes, llamadas aditivos naturales, que a pesar de no ser nutrientes los ingerimos igualmente. Con esta variedad de sustancias alimenticias es muy fácil que alguna de ellas interactúe con algún fármaco. En la vida diaria no llegamos a sospechar nada de esto porque ante cualquier reacción rara que notemos al tomar el medicamento lo desechamos, aún habiéndolo tomado mucho tiempo y considerándolo seguro, sin pararnos a pensar que es inocente y que los realmente culpables somos nosotros por nuestra torpeza y falta de información.
Cuando tomamos algún fármaco, Sigue leyendo