Habitualmente leemos o escuchamos consejos, comentarios e incluso anuncios de productos que prometen o aseguran una neutralización o metabolización acelerada del alcohol presente en sangre, evitando de esta forma, los efectos del mismo a nivel cerebral y por consiguiente a nivel legal.
Vamos a analizar una por una las afirmaciones que escuchamos con más frecuencia.
Inducir el vómito o hacer un lavado de estómago
Una vez que el alcohol desciende por nuestro esófago, se absorbe totalmente en nuestro aparato digestivo y más o menos en media hora, alcanza su concentración máxima en sangre. Sus niveles sanguíneos van descendiendo de forma lenta y progresiva, dependiendo de si ya eres consumidor habitual o un novato en el tema, ya que los alcohólicos crónicos pueden metabolizar el alcohol, el doble de rápido que un bebedor ocasional.
El inducir el vómito o efectuar un lavado de estómago sería útil en los primeros minutos después de ingerir la mayor parte del alcohol. Si la persona ya está ebria, esto no sirve para nada e incluso puede ser dañino, ya que los esfuerzos del vómito pueden ocasionar desgarros de la mucosa esofágica.
Ingerir aceite
Cualquier tipo de grasa retrasa el vaciamiento gástrico dependiendo de la cantidad de la misma, pero parte de la metabolización del alcohol se hace en el estómago, por lo que retrasar el vaciamiento del mismo con comidas grasas no tiene sentido. De todas formas, es de destacar, que la absorción del alcohol aumenta con el vaciamiento rápido del estómago inducido por
bebidas carbonatadas y por la falta de nutrientes en el mismo.
Tomar leche
La ingesta alcohólica excesiva es una de las causas más frecuentes de gastritis hemorrágica. La idea de ingerir leche y/o antiácidos tiene más razón de ser, como alivio y/o preventivo de las molestias gástricas que ocasiona la sobrecarga etílica. Estas medidas no impiden la absorción del alcohol ni hacen que se metabolice más rápido.
Hacer ejercicio
Practicando deporte no aceleramos el metabolismo del alcohol, ya que los músculos no utilizan el alcohol como combustible. Podemos retardar el vaciamiento gástrico si inmediatamente después de beber, hacemos deporte, pero siempre teniendo en cuenta, que en el estómago también se metaboliza una parte del mismo.
Si lo que pretendemos al hacer ejercicio es eliminar el alcohol por sudor, solo conseguiremos deshacernos de un 2% del alcohol ingerido.
Baños de agua fría o ponerse a la intemperie
Los primeros solo dan un poco de lucidez y con lo de ponernos a la intemperie -ojo con quedarnos dormidos-, corremos el riesgo de morir por hipotermia. El alcohol produce vasodilatación con pérdida de calor así como inhibición de la formación del mismo.
Consumir chicles
No tienen utilidad alguna para descender la alcoholemia, es más, incluso no llegan a enmascarar el olor a alcohol del aliento.
Vitaminas
Están indicadas las vitaminas del grupo B en caso de alcoholismo crónico con el fin de prevenir una posible neuropatía por deficiencia de la misma, pero no para disminuir una sobrecarga etílica.
Medicamentos
En nuestra farmacopea no contamos con medicamentos que neutralicen el alcohol sanguíneo, que aceleren su metabolización o que incrementen su excreción. Aunque sí, existen tratamientos médicos para prevenir las recidivas del consumo de alcohol en personas con un consumo crónico y excesivo.
El alcohol se absorbe por la mucosa bucal y esofágica (en cantidades muy pequeñas), pero es en el estómago y en el intestino delgado donde se absorbe la mayor parte.
Si en un día de fiesta, nos animamos con la bebida y bebemos una cantidad considerable de alcohol, el 10% del mismo lo eliminamos por pulmones, orina y sudor. El resto, un 90% se metaboliza en el hígado en acetaldehído que a su vez lo hace en acetato.
La alcoholemia asciende de forma rápida en los primeros 15 minutos, alcanza el punto máximo a la media hora y después desciende lentamente a un ritmo de más o menos, 15-20 mg por cada 100 ml en una hora.
Una vez ingerido, el alcohol se distribuye por todo el cuerpo, siendo los órganos que reciben más sangre por minuto como el cerebro, el hígado y los riñones, los que alcanzan concentraciones más elevadas del mismo y los que se llevan la peor parte.
La toxicidad que produce el alcohol en nuestro organismo, se refleja de forma muy clara en nuestra conciencia, rendimiento cerebral y habilidades motoras, pudiendo llegar en casos extremos a la muerte.
Si sabemos los riesgos que corremos, ¿Por qué beber sin control?
Mª Jesús